miércoles, 18 de febrero de 2009

Siguen derrumbes Carlos Díaz y Amaceyes

CARLOS DIAZ, Tamboril.- Adentrarse hasta los restos de lo que pasó y quedó en las entrañas de esta comunidad, es situarse en medio de las huellas del desastre donde todavía retumba el gemido de las montañas y se siente el furor de la avalancha de agua y lodo que arrasó con todo.

A la 1:05 de la madrugada del lunes 9 de febrero, apresurada y presa del pánico, la gente abandonó sus casas para, entre lluvia y oscuridad, avanzar hacia algún punto seguro.

Testigos narran que a esa hora se vivió una pesadilla matizada por el aullido tenebroso que desprendía la cordillera y por el movimiento impulsivo de tierra que, camino abajo, sepultó edificaciones, quebró las arboledas y borró el centro comercial, social y político de Carlos Díaz.

“Ay mi hijo, de esa montaña salían puros gemidos, gritos horribles y de la tierra salían tiros, eran como explosiones y uno tuvo que salir bajo lluvia, con el suelo que se movía y se partía en tus pies, y entonces a lo oscuro porque tumbaron la luz”, narra Alfredo Santana en su intento por describir su experiencia de aquella madrugada. El Nacional

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